-A partir de este momento se está grabando esta conversación contractual, incluyendo sonido, imagen infrarroja, luz visible, respuesta galvánica y movimientos oculares rápidos, grabación que será supervisada por los responsables legales correspondientes. Cualquier duda, cuestión o divergencia que pudiera surgir sobre la naturaleza, interpretación o ejecución del presente contrato, será sometida a la competencia y jurisdicción del Tribunal de Derecho Espacial sito en Boston, Países Unidos de América. ¿Ha entendido esto, señorita Cargalin?
-Sí, perfecto...
-Comprobación de seguridad. Voz, retina, inducción corporal y huellas, corresponden a Alina Cargalin, de 20 años de edad, nacida en Orthez, Francia, con número de control 17X864 y residente en Rue Jean Picard, número 17, planta 01, letra D, París, Eurozona Uno.
- Eso es, correcto.
-Firme aquí, aquí... y aquí –con gesto seguro la joven comenzó a validar diferentes partes de la hoja holográfica haciendo figuras en el aire con los dedos a modo de firma. Cada persona tenía un movimiento de mano y dedos personal y único, sirviendo como firma en todos los asuntos burocráticos, económicos o legales. El oficial de registro dio el visto bueno con su propia firma haciendo un intrincado movimiento de dedos cruzados-. Por la presente, a partir de ahora, la empresa “Amaltea International” y todas sus filiales serán nombradas en el presente contrato como “La Compañía”. A día de hoy, según marca el fichero encriptado con hora, minutos y segundos, La Compañía, empresa dedicada a la explotación comercial y científica en el satélite Europa del planeta Júpiter, está interesada en el traslado de Alina Cargalin a sus instalaciones en el citado satélite en las condiciones más abajo descritas. Y admite que Alina Cargalin ha pasado todas las pruebas médicas y psicológicas necesarias para dicho traslado...
-Pasé muy justo en la prueba de inteligencia emocional –interrumpió con una sonrisa nerviosa la joven, mientras se ajustaba la camiseta-, pero en el resto de pruebas me fue de maravilla.
-Continúo, señorita Cargalin –respondió el oficial de traslado, mirando fijamente a la chica-. Que Alina Cargalin ha pasado todas las pruebas médicas y psicológicas necesarias para dicho traslado, en su consecuencia, ambas partes, reconociéndose mutua y recíprocamente capacidad de obrar suficiente, otorgan el presente contrato de traslado en un sentido, desde las instalaciones de lanzamiento en Mandalgovi, Mongolia hasta las instalaciones de La Compañía en el satélite Europa, Júpiter, de acuerdo a las siguientes cláusulas. ¿Entiende que el viaje sólo es de ida y que en ningún momento volverá a la Tierra, bajo ninguna circunstancia?
-Sí, eso me quedó muy claro desde el primer momento –respondió Alina esbozando una ligera sonrisa aniñada.
-Alina Cargalin confiere, expresamente, con carácter exclusivo y de forma tan amplia como en derecho sea menester, a La Compañía, que acepta, su traslado en una fecha aproximada de veinte días a partir de la firma final del presente contrato, con un salario estipulado en clausulas posteriores, con una ocupación remunerada en el período de transporte como jardinera hidropónica clase dos, para lo que presenta título clase 2A de la Escuela Espacial de Alburquerque, Eurozona Tres. ¿Alguna pregunta, señorita Cargalin?
-No, nada, sólo que... aún no sé la fecha de salida y me gustaría poder despedirme de los amigos y... –el oficial de traslado miró un instante a la chica y esbozó una forzada sonrisa de compromiso.
-Pronto llegaremos a ese punto, descuide.
-Claro –respondió ella asintiendo algo incómoda.
-Clausulas. Sección primera. Alina Cargalin confiere, expresamente y con carácter exclusivo todos los descubrimientos, hallazgos, técnicas, inventos, formulaciones y todo cuanto suponga una creación nueva y/o modificación, transformación o mejora de alguna creación ya existente, a La Compañía, que acepta, la adquisición sobre los derechos de reproducción y distribución del material en cuestión por un período no inferior a cincuenta años revisables y sobre los derechos y actos de comunicación pública relacionados con dicho descubrimiento, reconocidos a La Compañía en el artículo 576 de la Orden Legislativa Mundial 13.6X, y con carácter universal.
-En hidropónica ya está todo inventado, me interesa más descubrir cómo lo hacen en Europa... –añadió la joven enarbolando una sonrisa como la de un anuncio de cirugía dental.
-Ejem, entiendo –respondió el oficial de traslado devolviéndole una forzada sonrisa a la joven-. Sección segunda. El plazo para el traslado, nombre de la nave y del comandante de la misma se le comunicará con un período no inferior a cuarenta y ocho horas ni superior a ciento sesenta y ocho horas. Teniendo como fecha máxima, contando a partir de hoy, un plazo de veinte días solares. La Sección Segunda del presente contrato queda invalidada a todos los efectos si entra en conflicto con los intereses de La Compañía, si existe la mera duda razonable de que se pone en peligro la seguridad del proyecto, incluyendo revelación de secretos industriales, divulgación en cualquier formato público de información confidencial, boicot, chantaje, amotinamiento, conspiración, y cualquier forma en la que se quiera dañar a La Compañía, ya sea por acción u omisión. Anulando de facto los anteriores plazos de traslado. Firme aquí, aquí y... aquí, por favor.
-¿Esto quiere decir que podrían anularme el traslado? –preguntó Alina mientras gesticulaba con las manos como si éstas expresaran la duda.
-O adelantar su viaje, o cambiar la nave, o... -respondió el oficial arrellanándose en su asiento- Es una cláusula estándar señorita Cargalin, si repasa los contratos de todas las empresas...
-Sí, claro, qué ingenua soy –respondió ella mientras gesticulaba con las manos firmando por triplicado en las diferentes partes holográficas del contrato.
-Sección tercera. Como contraprestación al trabajo de Alina Cargalin, percibirá una cantidad a tanto alzado de 4.520.400 íos, equivalentes al cambio actual en eurodólar a 1.234.5400 y en yen-rupias a 2.367.892, mientras se mantenga en servicio activo un total de diez años y treinta y dos días. Pregunta a Alina Cargalin. ¿Quiere que el dinero sea transferido a alguna cuenta de aquí y/o a favor de alguna persona o quiere que la cuenta se mantenga en Europa y a su nombre?
-Como ya sabe, estoy sola, no tengo familia y... –por un momento la joven agachó la mirada sintiéndose avergonzada de su situación. Al instante recompuso el gesto y continúo en tono más seguro-. Quiero que se destine el diez por ciento a la Asociación de Protección del Hielo Ártico. El número de la cuenta de la asociación está en mi ficha.
-Firme aquí, aquí y... aquí –respondió el oficial, esbozando una media sonrisa a medio camino entre la complicidad y la ternura.
-No queda claro qué ocurre con ese dinero si muero antes, en la nave, o al poco de llegar a Europa...
-No podría decirle, eso es del departamento de Finanzas... lo siento –respondió carraspeando incómodo.
-En fin, mejor no saberlo y concentrarse en morir vieja en Europa, mirando las estrellas y al gran Júpiter.
-Sección cuarta. El traslado en un sentido, desde las instalaciones de lanzamiento en Mandalgovi, Mongolia hasta las instalaciones de La Compañía en el satélite Europa, Júpiter, tendrá una duración estimada de ocho años, siempre teniendo en cuenta las desviaciones de ruta, y/o problemas de cualquier índole que una nave de estas características puede sufrir en su traslado. En algún momento de estos 2.920 días de viaje, y a criterio médico, será inseminada artificialmente por un donante anónimo, y sólo a efectos médicos se podrá usar la información del donante. Su hijo o hija nonato quedará al cuidado médico de La Compañía, cubriendo ésta todos los costes dentro de los límites económicos y de recursos materiales y humanos tanto de la nave como de las instalaciones de Europa. El hijo naonato quedará al cuidado de La Compañía, cubriendo ésta su formación, educación, alimentación, salud física y mental, vestuario, y todo el equipamiento necesario para su desarrollo dentro de los límites impuestos en las cláusulas de La Compañía 2.34 y 72.1. Que Alina Cargalin mantendrá los vínculos afectivos que sean necesarios para la estabilidad emocional del hijo naonato, siempre y cuando estos vínculos no supongan un peligro, directo o indirecto, tanto para la nave de transporte, para la colonia en Europa, o para los intereses de la Compañía, quien podrá revocar el vínculo afectivo acogiéndose a la cláusula 93.5 del régimen de copartenidad general vinculante, párrafos 34 y 202. Así mismo deberá fomentar la idea en su hijo naonato que el viaje sólo es de ida y que en ningún momento, y bajo ninguna circunstancia, volverá a la Tierra. Que Alina Cargalin sólo tendrá un hijo y sólo por orden expresa del departamento médico se podrá interrumpir el embarazo y/o ser sometida a una segunda inseminación.
-Será niña, lo sé... y se llamará Luna –dijo ella mientras firmaba.
-Recuerde que el registro de nombres está disponible en el manifiesto de la nave y en Europa –respondió el oficial de traslado con la misma amabilidad ensayada de un recepcionista de hotel. Mientras Alina sopesaba si habría muchas niñas con ese nombre o si debería buscar más opciones-. Sección quinta. La nave en la que viajará se rige por el Principio Internacional de Comandancia y Oficiales de Rango Superior, los pasajeros se organizarán en grupos de cien personas, mayores de 21 años, con un vocal que los represente, teniendo voz pero no voto en las decisiones relacionadas con la organización interna de la nave. Seguridad, transporte, comunicaciones, y todo cuanto esté relacionado directa o indirectamente con la propia nave dependerán sólo y exclusivamente de la Comandancia, dando cuenta de sus actos sólo ante La Compañía y sus acciones, llegado el caso, serán sometidas a la competencia y jurisdicción de los Tribunales Internacionales, o en su defecto remitida al Tribunal de Derecho Espacial. ¿Ha entendido esto, señorita Cargalin?
-Sí, podemos parar un momento, me duele un poco la cabeza y... –el oficial de traslado miró la hora en el reloj que tenía tatuado en la palma de la mano, haciendo un pequeño mohín de reproche.
-Supongo que podemos parar cinco minutos. Le recuerdo que se sigue grabando y...
-Bueno, mejor acabamos cuanto antes, continuemos, creo que en cuanto termine el papeleo se me pasará el dolor de cabeza –respondió ella soltando una pequeña risa nerviosa-. Eso espero.
-Sección sexta. Alina Cargalin autoriza expresamente y con carácter exclusivo, a La Compañía, que acepta, la realización de cualesquiera modificaciones que deban realizarse tanto en el transporte, como en su estancia en las instalaciones de Europa y sean necesarias o pertinentes para los intereses de La Compañía. Sección séptima. Las comunicaciones con la Tierra quedan supeditadas a los medios disponibles, organización interna de las instalaciones en Europa, fenómenos solares, gravitacionales, magnéticos, geomagnéticos, eléctricos, y cualesquiera eventos astronómicos, planetarios, geológicos, meteorológicos o de cualquier índole o naturaleza conocida o desconocida que impida la comunicación Europa-Tierra. Que Alina acepta una comunicación anual, con la o las personas designadas en su lista de llamadas, no haciéndose responsable La Compañía de que éstas puedan llevarse a buen fin. Ni garantizar que la o las personas designadas en su lista de llamadas quieran mantener comunicación con Alina Cargalin, o se encuentren disponibles a tales efectos en los días asignados para realizar la llamada anual. Esto no impide la comunicación vía mensaje encriptado, supervisado por los departamentos de seguridad de la colonia, que podrá realizar en paquetes de datos semanales, no superando en total los 2.500 caracteres, incluyendo espacios. A todos los efectos y a criterio de La Compañía todos los mensajes serán revisados, y no enviados si así se considera, ya sea por razones de seguridad, de secreto industrial, de confidencialidad, o de cualquier naturaleza que La Compañía considere que puede ir en contra de sus intereses.
-Mis amigos ya están al tanto de lo difícil que será comunicarnos... –mientras ella iba ordenando las ideas a medida que hablaba, el oficial asentía lentamente. Volviendo a la realidad, Alina comenzó a firmar la parte leída del contrato-. ¿Y nadie ha vuelto nunca de allí? Bueno, es igual, me alegro de no tener que volver a la Tierra.
-¿Está completamente segura que quiere continuar? –preguntó el oficial intentando ver en el gesto de ella un esbozo de duda o miedo.
-Sí, es que a veces... Sin atardeceres, sin lluvias, sin bosques... No, continuemos –respondió Alina moviendo la mano como si despejara un nubarrón en su mente.
-Sección octava. Se le asigna un seguro vitalicio a Alina Cargalin, que en caso de ejecutarse, la cantidad a percibir iría a la Asociación de Protección del Hielo Ártico en su totalidad y sin demora. La Compañía y su filial G. H. Bells Seguros, excluyen, del presente seguro vitalicio, los hechos y consecuencias siguientes: Aquellos que no consten expresamente como cubiertos en el contrato. Los fenómenos de naturaleza extraordinaria, ya sea en transporte espacial o en cualquier planeta, satélite, asteroide o cuerpo celeste. Actos de terrorismo, ya sea en cualquier transporte espacial o cuerpo celeste. Actuación de los Ejércitos Legales y Cuerpos de Seguridad público y/o privados. Guerra en cualquiera de sus formas. Sabotajes. Huelgas, estén o no declaradas oficialmente. Y aquellos debidos a los efectos relacionados con la transmutación del núcleo del átomo y/o la modificación de la estructura atómica de la materia y sus efectos, así como de las radiaciones provocadas por la aceleración artificial y/o natural de partículas atómicas. ¿Entiende las condiciones del seguro vitalicio?
-Sé que moriré de vieja mirando desde un ventanal a Júpiter –respondió ella mientras firmaba y se reía con una seguridad casi insultante.
-Sección novena. Cualquier duda, cuestión o divergencia que pudiera surgir sobre la naturaleza, interpretación o ejecución del presente contrato, las partes acuerdan someterla a la competencia y jurisdicción del Tribunal de Derecho Espacial sito en Boston, Países Unidos de América. En prueba de conformidad y una vez leído, las partes firman el presente contrato en triplicado ejemplar y a un sólo efecto en el lugar, fecha y hora del encabezamiento.
-Y firmo aquí, aquí... y aquí... –respondió ella con tantas ganas de terminar como las que intuía que tenía el oficial de traslado, quien miró la hora y recogió el holograma con un complicado movimiento de mano, firmando a la vez con extrema habilidad.
-Nos quedan dos minutos y seguimos grabando, ¿alguna duda o cuestión que se pueda resolver aquí y ahora, señorita Cargalin?
-Hay cinco mil personas en Europa, bueno, cuatro mil y pico, será un viaje alucinante y una vida más que increíble allí, llena de problemas y dificultades...
-Así es...
-Pero... ¿Alguien ha vuelto alguna vez de allí? –preguntó mientras una cándida mirada se le dibujaba en la cara.
FIN