"Daño reputacional". Con esas dos palabras resume el Gobierno, en el comunicado sobre la liquidación de Defex, la corrupción que ha podrido esta empresa pública. Ya no puede hacer negocios porque su nombre se asocia a mordidas en países africanos, pelotazos basados en sobornos y comisionistas huidos de la justicia. El Ejecutivo ha decido disolver Defex casi medio siglo después de su fundación para que sus gestores puedan centrarse en liquidar contratos, pagar deudas y afrontar las investigaciones judiciales.
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