A veces hay sueños tan bonitos que no apetece despertarse. Esto es lo que ha ocurrido con Ibai Uriarte Costales. Desde el viernes, su familia, sus amigos, sus vecinos y las muchas personas que están pendientes de su salud han soñado que el niño volvía a correr por las calles de Zaratamo sin necesidad de someterse a un multitrasplante. Pero la realidad se ha impuesto al deseo con toda su crueldad y el sueño ha terminado de golpe: el pequeño de cuatro años necesita un intestino, un duodeno, un páncreas y un hígado para seguir viviendo.
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