Hay otras ranas famosas pero en España el batracio más reconocido se posa desde hace medio milenio sobre una calavera labrada en la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca tras la que descansan los tesoros más valiosos de la biblioteca histórica de la institución. Cada día miles de personas apuntan su dedo índice hacia su pétreo objetivo, mudo testigo de la historia que, para desconocimiento del gran público, guardaba un secreto que ahora Benjamín García-Hernández acaba de sacar a la luz.
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