Ahora que Sócrates es un presidente dimitido que gobierna en funciones a la espera de recibir las instrucciones de la UE y de la convocatoria electoral de junio, su estimación de voto sube como la espuma. Ha resucitado en las encuestas porque los portugueses castigan mucho más la indolencia y el «cuanto peor para el país, mejor para nosotros» de los diputados de Passos Coelho que la ineficacia del propio Sócrates. ¿Aprenderá Rajoy la lección? No tiene pinta.
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