Siempre he sentido cierta fascinación por este hombre, debo reconocerlo. Cuando, hace ya varios años, leí acerca de su vida pude comprobar que, muy lejos de la imagen estereotipada que se suele tener de él, fue un auténtico rey guerrero. Sí, de esos que se meten de lleno en la vorágine de la batalla soltando espadazos, no como otros que, desde una colina cercana, dirigían la matanza de turno como si de una partida de ajedrez se tratara.
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