Maruja Mallo no se preocupó específicamente sobre la cuestión de la mujer, pero sí lo hizo de manera indirecta al procurar su propio papel dentro del vangardismo madrileño en los años veinte. Hay que recordar que ser feminista en aquellos años era algo temible para el patriarcado. Maruja procuró una manera alternativa de insertarse en el mundo artístico e intelectual madrileño y encontró la solución de la subversión, que producía desconcierto pero también admiración entre sus coetáneos modernos.
Traducción íntegra del texto en #1