Javier Marías nos habla sobre cómo, en ocasiones, el feminismo extremo no esconde detrás sino un machismo rancio. Cómo, a veces, se cosifica a la mujer involuntariamente tratando de compensar el machismo tradicional. En la Real Academia Española, un ejemplo reciente lo constituyen unos cuantos artículos periodísticos reclamando, en lugar de usar un mismo estándar, exigente, para el ingreso de hombres y mujeres, rebajarlo para ellas, y admitir a algunas que no debieran entrar, y así compensar que muchos de ellos ingresaron sin merecerlo.
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