Los darwinistas, además de entonar sus villancicos y comer el turrón más selecto ganado en dura competición, preparan este año ceremonias para honrar a su profeta, para quien ya vienen reclamando un lugar en el calendario, día que algún periodista, dio en llamar hace ya años el de San Charles Darwin, y que, traduciéndolo como se hace en estos casos, debería ser llamado en español el día de San Carlos Darwin.
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