Desentendiéndose los trolls, como acostumbran, de las entradas de los blogs en cuanto tales, las invectivas y las descalificaciones que constituyen su misma razón de existir vienen a centrarse en las opiniones de los otros comentaristas con el absurdo objetivo de pretender dejarles públicamente en evidencia. Una distracción propia de merluzos. Y es que los trolls no son buenos ni malos; lo que son... es... tontos de remate. Sí, bobos.
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