El paro, las subidas de impuestos y las rebajas salariales se han combinado en los últimos meses no solo para contener el presupuesto que los hogares españoles destinan a la alimentación, sino para reducir en sí mismo la cantidad de comida que entra en las casas. Es decir, que no solo el aceite de girasol gana terreno al de oliva, dentro de la economía de guerra que muchas familias han tenido que adoptar como régimen, sino que, en general, son menos los litros de aceite que se meten en la cesta de la compra.
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