En 2016 China aprobó una ley de emisiones que buscaba mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones de los coches en las carreteras. Una norma que entrará en vigor este próximo julio. Pero a pesar de los siete años de margen, los fabricantes europeos, americanos y japoneses se han visto sorprendidos por su puesta en marcha, y se han encontrado con cientos de miles de coches en stock que podrían no poder ni llegar a vender.
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