El niño de seis años casi no duerme, parece no sentir frío, y se ríe en el rostro de determinados sacerdotes que intentan curarlo. Fué llevado a un hospital dónde le diagnosticaron Trastorno Generalizado de Desarrollo, pero persiste con los problemas. La familia pide la ayuda de la iglesia. Un sacerdote cree que el niño "tiene algo muy viejo adentro, muy difícil de sacar".
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