Como el resto de España, Burgos les abrió las puertas cuando necesitaba mano de obra en los tiempos de bonanza. Llegaron a cientos, a miles, para trabajar en el campo, la construcción, la hostelería o el servicio doméstico, en muchas ocasiones en puestos que los nacionales no querían. Pero ahora, con la crisis económica, hay quien vuelve a pensar que sobran, hay quienes opinan que consumen recursos públicos sin darse cuenta de que también cotizan a la Seguridad Social y pagan impuestos. Y los extranjeros están notando el rechazo.
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