Se levantan a las 4 de la mañana. Conducen somnolientos durante una, dos horas. Luego viene de verdad lo duro. Doblados sobre su espalda fuerzan sus músculos para rellenar el mayor número posible de cajas, sin descanso, aunque duela. A veces sin las medidas de protección necesarias. Así pueden pasar ocho, diez y hasta doce horas. No importa si hay cuarenta grados o la lluvia les cala hasta los huesos. Todo para cobrar unos 30 euros la jornada. No hace falta hacer muchos cálculos, son 3 euros a la hora, la mitad de lo que exige su convenio.
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