Que la anorexia nerviosa provoca una alteración en la percepción del propio cuerpo hasta límites enfermizos es algo que se conoce bien. Diversos experimentos han probado estos cambios a nivel cognitivo que provocan que las personas se vean mucho más gordas de lo que están, pero Anouk Keizer y su equipo de la Universidad de Utrecht han ido un poco más allá y ha descubierto que los efectos son más profundos.
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