Es la primera iniciativa internacional que facilita a los más estresados la oportunidad de destrozar a martillazos todas las dependencias de un establecimiento que aprovecha así para rehabilitarlo. Al acabar la actividad, en la que se ha destrozado todo el mobiliario de la primera planta, el hall y el bar, los seleccionados acusaban el cansancio, aunque según Julio, de 38 años, estaba mejor que al principio y auguraba que iba a llegar "como un guante a la oficina".
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