Las tiendas chinas, como antes lo fueron las grandes superficies, se han convertido en la pesadilla de muchos comerciantes españoles. Después de otras ciudades, ahora le toca a Málaga. Los comerciantes vecinos admiten que se sienten acorralados ante una competencia arrolladora. Ante los horarios de más de doce horas y los precios mínimos, los propietarios de tiendas locales no pueden hacer más que apelar a la calidad de sus productos frente a los de importación.
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