Mi abuelo materno me regaló un juguete que cambió mi vida, ese regalo era un Exin Castillos, un juego de construcción de castillos que creo que todos conoceréis. Aquello era maravilloso. Yo, un niño, tenía el poder de construir castillos. Todo ello derivó en otras cosas; los castillos eran construcciones de otra época, lo que también despertó mi amor por la historia. Aquello era algo sorprendente y yo sentía que había descubierto algo de lo que quería aprender más y más. Fue entonces cuando le dije a mi madre que quería ser arquitecto.
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