Que esperpéntico ha resultado escuchar las declaraciones de Mariano Rajoy bajando por las escalerillas del avión al llegar a Los Cabos, felicitando al pueblo griego por haber elegido el camino "correcto" y de paso generando "confianza" en los "mercados". Convencido como estaba de que la volatilidad de los mercados era una cuestión vinculada únicamente a la incertidumbre de los comicios helenos, a debido resultarle desolador el ir descubriendo a lo largo de la mañana que el ataque a nuestra deuda no solo no remitía si no que se acentuaba virule
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