El espectáculo ha sido dantesco y de un primitivismo descorazonador: las jóvenes huestes uniformadas (unas parecían de Falange, otras boy-scouts) deambulando sin sentido, en riadas, gritando y cantando antiguallas sin cesar (muy cívicas no han sido, sin ningún respeto por el trabajo o el descanso de los habitantes), esperando a vislumbrar a Ratzinger para luego exclamar cosas propias de tarados mentales (“¡Lo he visto un segundo, ha sido superemocionante y superimpresionante!”), tratando de parecer alegres y resultando irremediablemente tristes
|
etiquetas: visita , papa , excomuniones , javier marías