Era el 7 de mayo de 2008 y Javier Lizasoáin estaba feliz. Acompañado de representantes de alumnos, profesores y familias del Instituto Maestro Matías Bravo se acercaba a recoger la placa otorgada al centro por su "Excelencia Educativa". Aguirre elogiaba públicamente al director del centro público de Valdemoro. No muy lejos la Consejera de Educación, Lucía Figar, aplaudía a quien años más tarde expedientaría. Eran otros tiempos.
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