En Bruselas se conoce ya como el "efecto o síndrome Rajoy" y provoca escalofríos en las principales capitales de la zona euro. Los síntomas del mal incluyen cierta lentitud, al estilo alemán de Merkel; cierta arrogancia, al estilo húngaro de Orban; y cierta complacencia con el sector financiero al más puro estilo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Los ministros de Economía de la Eurozona, reunidos hoy en Copenhague (desde donde escribo) siguen inquietos la evolución del sindrome: Y no quitan ojo a las dos gráficas publicadas por Financial Times
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