Europa duele hoy y suena a duelo el solo nombre de su condición: el dinero. Europa arde aquí y allá, porque la ciudadanía quiere ser, y ejercer, como ciudadana, quiere intervenir, formar parte, hablar, y ser escuchada, participar... Sólo recibe imposiciones desafectas y rodillos insoportables que liman su calidad de vida, su dignidad como personas y su condición soberana y libre como ciudadanos y ciudadanas.
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