ETA padece desde sus inicios un mal endémico: la inconsistencia de su mando, al que los aparatos estatales hostigan y neutralizan con creciente eficacia, obligando a la organización a cambiar cada dos por tres de equipo dirigente. En cuanto una promoción de jefes empieza a adquirir una cierta experiencia y algún conocimiento de por dónde va la realidad, se ve desarticulada, con lo que pasa a ser sustituida por otra más joven y más tosca, que ni sabe ni quiere saber de qué va la vida y cuál es la auténtica relación de fuerzas que afronta.
|
etiquetas: eta , terrorismo , cupula , ira , desarticulacion , ortiz