"Hay que beber agua de grifo", subraya el investigador del CSIC Damià Barceló tras conocer las conclusiones de un estudio alemán que ha encontrado, por primera vez, una "contaminación generalizada" por xenoestrógenos en el agua mineral embotellada. Estos compuestos, creados en procesos industriales, mimetizan los efectos de los estrógenos las hormonas sexuales femeninas y pueden provocar problemas en el desarrollo del feto y otros trastornos reproductivos.
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