Un estudio sobre la presencia de medicamentos en los ríos de la cuenca ha detectado niveles preocupantes de algunos antibióticos y antiinflamatorios en el Ebro y en varios de sus afluentes. El informe deja claro que no hay ningún peligro para salud humana y, de momento, tampoco para los ecosistemas fluviales, ya que el caudal diluye los fármacos que llegan a los cauces a través de las redes de alcantarillado. Los medicamentos son ingeridos por los enfermos y son excretados parte de ellos a través de la orina y de las heces.
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