Un fallido bombardeo contra el presunto campamento de un dirigente del Talibán en Afganistán demostró que, tras ocho años de guerra, el ejército estadounidense sigue sin entender el comportamiento tribal y otros conflictos sociopolíticos locales. En el ataque del 12 de febrero, fuerzas especiales estadounidenses mataron a tres mujeres y a dos funcionarios afganos y a ningún combatiente del movimiento islamista.
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