Sobre un patíbulo muy elevado, que no da ninguna impresión de solidez, se alinean los condenados a muerte que en unos pocos minutos colgarán de la horca, así como un grupo numeroso de personas, civiles y militares, tantos que ocupan por entero la plataforma tan estrecha. El patíbulo está levantado en lo que parece el patio de un cuartel, o una cárcel, delante de un murallón sobre el que montan guardia unos soldados, también a mucha altura. Parecen soldados de servicio pero también espectadores de la inminente ejecución.
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