Con un ruido ensordecedor, el rayo golpea la antena del edificio, mientras los espectadores instintivamente se tapan los oídos y buscan su seguridad. Mientras tanto, los visitantes en el interior del rascacielos gigante se debaten entre el acaparamiento de sus cámaras y en busca de amparo, sorprendidos por la realidad de estar atrapado dentro de un edificio que sirve de pararrayo
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