Son las diez y media de una gélida mañana de invierno y Emanuela Scena está abriendo su tienda en el centro de Madrid. Pero a diferencia de otros, no acepta efectivo, sino que es parte de una economía de trueque de bienes y servicios que está ganando terreno a medida que el país se asoma a la recesión y aumentan las de por sí disparadas tasas de desempleo.
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