Si cualquier observador ajeno a nuestra situación reparase en las interminables lamentaciones de los últimos días en la tuiteresfera española, pensaría que los diputados de las Cortes Generales -nacidos por generación espontánea, para empezar- han aparecido de la nada para someter al pueblo español contra su voluntad. Por suerte o por desgracia, si en lugar de atender a nuestros llantos observase lo que realmente ocurre, advertiría algo muy evidente: el parlamento español es como es porque los españoles somos como somos.
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