Lo inaudito no ha sido el patoso y descarado nacionalismo alemán en todo esto, sino el servilismo y vasallaje de los políticos del Sur ante ese discurso. A continuación, para atajar todo ese embrollo de deuda aplicaron recorte social a los de abajo con la misma filosofía que condujo a la quiebra original. Ahora, ante la evidencia que el remedio es peor que la enfermedad, hablan de políticas de crecimiento pero por ello sólo entienden “reforma laboral”. En dos años, el atraco perfecto se ha convertido en evidente farsa.
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