El otro día me dio por publicar una tabla de la población con que contaban las provincias españolas en 1900. En total, nuestra población no alcanzaba entonces los 19 millones. Hoy sobrepasamos ampliamente los 47 millones, y estamos mucho peor distribuidos sobre el territorio, creando ese curioso fenómeno de la baja densidad absoluta y la enorme densidad relativa. Un fenómeno que, pensándolo friamente, seguramente tenga muchísimo que ver con la propagación de coronavirus, por cierto.
La cuestión es que todo el mundo da por hecho que la población tiene que crecer, igual que el PIB. El capitalismo va de eso. Pero no es cierto. Si queremos cambiar de sistema, lo primero que tenemos que buscar, a nivel nacional y a nivel mundial, es la reducción de la población.
Cuando España tenía 36 millones de habitantes, a mediados de los setenta, el país funcionaba. Hoy, con la mecanización, funcionaría igual o mejor. Bajaría la demanda y no nos podríamos permitir ni el low cost ni los bajos salarios. Bajaría la presión sobre el medio ambiente y bajarían los precios de la vivienda, tanto los absolutos como los relativos.
El problema está en el periodo de transición: mientras la población envejece, y envejece a lo bestia, ¿qué se puede hacer? Hay muchas soluciones, y no me voy a poner a detallarlas aquí, pero lo que desde luego no arregla nada es dar una patada al bote para que avance otros pocos años. La transición es posible, pero al capital nole interesa.
España, con un 20% menos de habitantes, produciría del orden de un 7% menos, y la reducción podría ser aún menor. El resultado en la renta per cápita, es obvio: enriquecimiento general. Sólo imaginad por un momento qué ocurriría con el precio de la vivienda si desapareciesen 10 millones de habitantes. Estilo "Leftovers". ¿Y con el mercado de trabajo?
España, con un 20% menos de población sería más limpia, más verde y más humana.
Lo único que nos separa de eso es la avaricia de un sistema que necesita un crecimiento perpetuo para seguir vendiendo sus porquerías. Eso,y la ciega estupidez de quienes abrirían de par en par las fronteras para que la población volviese a subir con los excedentes de otros lugares.
Lo siento, amigos, pero si la clave del capitalismo es el crecimiento, sólo se puede cambiar de sistema decreciendo. Y lo primero, lo fundamental es decrecer en número.
Por eso estoy a favor del aborto y la eutanasia y en contra de la inmigración. Ya no puedo hablar más claro.