Entre las numerosas razones que explican nuestra pavorosa situación social, económica y política, hay una que sobresale sobre las demás: la falta de responsabilidad. La culpa, tan católica ella, aquí se perdona con facilidad o simplemente se olvida. Ni siquiera se reclama. En Alemania, ser sospechoso de plagiar una tesis doctoral es motivo suficiente como para dimitir. En España, estar imputado por robar fondos a enfermos de SIDA y niños violados no es lo bastante grave como para entregar el acta de diputado.
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