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Una España mejor o el fumador torpe en el polvorín

En 1830 un obrero era capaz de rebelarse si trataban de bajarle el salario, pues ponía fácilmente en valor una situación en la que su sueldo fuera más alto que le del nivel de subsistencia. Pero, hasta la aparición y extensión del socialismo, el obrero no se representó sus sufrimientos como insoportables: se acomodaba a ellos, no por resignación o porque los considerase justos, no por obediencia religiosa, sino porque no era capaz, hasta entonces, de concebir siquiera la posibilidad real de que todo el sistema económico y social pudiera cambiar

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