Es el Gran Hermano al revés: los ciudadanos desenfundan sus teléfonos, graban a las autoridades y luego lo cuelgan en Internet. Los videos de supuestos excesos policiales contra manifestantes laicos en la visita del Papa a Madrid, no sólo han derivado en una investigación sino que han puesto el ojo de las redes sociales sobre un trabajo complejo. Para los agentes es una cacería de brujas, para los afectados un freno al abuso.
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