El punto de no retorno está más cerca para la economía española. ¿A qué distancia? Nadie lo sabe, pero lo que está fuera de toda duda es que se han cumplido los peores pronósticos que situaban en julio un nuevo episodio de la crisis financiera. Hasta el punto de que en Londres, ayer, según una fuente solvente, ya no había contrapartidas para adquirir deuda pública española. O dicho en otros términos, la aversión al riesgo se ha disparado y nadie quiere comprar títulos del Reino de España en los mercados secundarios.
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