El problema no está en que el presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, "vote al PP y vaya a seguir votando al PP"; eso es asunto suyo, como si no vota o se golpea con una piedra en un pie. Lo indecente es que haya convertido la televisión pública de todos en otra televisión privada de su partido que seguimos pagando entre todos. Y que lo exhiba sin pudor en el mismísimo Parlamento. "RTVE, en el desarrollo de su actividad, no adoptará posicionamiento ideológico más allá de la defensa de los valores constitucionales", dice el mandato legal.
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