Escuchar música clásica mejora la actividad de los genes implicados en la secreción y el transporte de dopamina, la neurotransmisión sináptica, el aprendizaje y la memoria. También reduce la expresión de los genes que median en la neurodegeneración. Aunque escuchar música es común a todas las sociedades, los efectos biológicos y moleculares de escuchar música son bastante desconocidos. Se trata de una función cognitiva compleja del cerebro humano, que se sabe que induce varios cambios neuronales y fisiológicos.
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