Los escraches tienen una legitimidad inquebrantable en Argentina, especialmente entre los defensores de los derechos humanos ¡claro! porque su práctica significó una forma de superar la impunidad institucional. Rompía esa impunidad, tomada como injusticia, en el terreno donde estaba la gente. En el terreno “de la gente”, en aquello que quizás también quieran privatizar, en la calle. Para que fuera desde lo público, desde la opinión y juicio de la gente, sin mediaciones, donde el beneplácito de la impunidad en el refugio de lo privado
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