Los escándalos de acoso fiscal y espionaje crecen y agobian a Obama. El gobierno intenta contener la indignación pública por el monitoreo de llamadas de periodistas de AP y la investigación impositiva a grupos ultraconservadores. "La Casa Blanca no está directamente involucrada en ninguno de los casos" dice se cansó de decir Jay Carney, pero hay quienes olfatean una combinación de ingredientes con capacidad para desempolvar la sombra del Watergate, el escándalo de escuchas que le costó la presidencia al republicano Richard Nixon en 1975.
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