El paso que ha dado Esperanza Aguirre con su enfermedad es, sin lugar a dudas, positivo en extremo a tenor de lo que cuentan los especialistas. Tratar con naturalidad una dolencia tan estigmatizada como es el cáncer implica restarle cargas añadidas al propio enfermo, a sus familiares y amigos y, en general, a un entorno que todavía identifica la detección de un tumor con un diagnóstico de muerte.
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