"En Berlín es fácil encontrar por la calle gente de tu propio país. Para muchos, de hecho, vivir en esta ciudad no significa haber estado en Alemania. Pese a ser la capital. El motivo lo explica Beatriz Herrán: «Encuentras muy poca gente que haya nacido aquí. Hay personas de todas las razas. Es un lugar integrador. Una antítesis de lo que quería Hitler». Puedes ir con un florero en la cabeza que nadie te mira. El nivel de diversidad es muy elevado. Por ejemplo, la lucha por la comunidad gay es muy fuerte."
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