Hay lugares en los que, por su propia naturaleza, me encuentro cómodo, como podrían ser los bares, en especial los que tienen serrín y cabezas de gambas por el suelo, indicativo claro de calidad para lo que yo llamo cariñosamente "bares de viejos", también en una sala de cine o incluso dando un simple paseo por la ciudad. En cambio, hay otros en los que no lo estoy tanto, como en la sala de espera del dentista, un restaurante con bebés cerca y, en especial, en los gimnasios.
|
etiquetas: gimnasios , testimonio , cachitas , fitness , historia real