"Entre el comunismo y el aparato eclesial hay muchas semejanzas. El comunismo, que aspiró a romper el monopolio que sobre las conciencias tenía la iglesia católica, creó una especie de iglesia laica en el que los dogmas y parafernalia religiosa fueron sustituidos por su equivalente laico. Se llegó a venerar a Lenin o a Stalin como a Santa Catalina. Y el centralismo democrático o las palabras de Lenin eran tan sagrados como los diez mandamientos."
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