J. no se llama J. Su nombre es secreto por motivos de seguridad. Es uno de los centenares de funcionarios de prisiones de este país, uno de los que lleva más de dos décadas trabajando con presos de ETA. Por su ‘oficina’ han pasado algunos históricos, otros recién extraditados, muchos que no han renunciado a nada. En estos años ha conocido a históricos terroristas y ha entablado relación con ellos. Así es la vida de un etarra en la cárcel contada por un funcionario.
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