Guiado por una abeja reina, el enjambre se instaló entre unos postes apilados que sirven de soporte a los toldos, en la parte alta de la playa. La presencia de las abejas provocó cierto revuelo entre los bañistas. La playa estaba a rebosar y el zumbido de los insectos generó una alarma que se acrecentó cuando se descubrió que no se trataba de unos animales sueltos.
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