Lo ocurrido esta semana en Italia, como los graves incidentes del domingo en Belgrado contra la marcha del Orgullo Gay, son la expresión de un problema profundo que la sociedad serbia no ha podido o sabido resolver. No hubo catarsis ni reconocimiento de culpa. Milosevic inició cuatro guerras -Eslovenia, Croacia, Bosnia y Kosovo- y las perdió todas. Muerto el sátrapa no se acabó la rabia. Sigue vivo el victimismo y la idea de una conspiración internacional contra el pueblo serbio.
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