La energía solar es limpia, local, genera mucho empleo, es fácil y rápida de instalar, simple de mantener... pero es cara. Ese era el mantra al que los impulsores de la energía solar se han tenido que enfrentar a lo largo de los años, y parecía que había que resignarse a mantener la dependencia de fuentes de energía más sucias, pero aparentemente más baratas. La tecnología solar fotovoltaica lleva mucho tiempo disponible, pero necesitaba apoyo público para comercializarse. Y las primas han sido el sistema de apoyo más eficiente.
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